Existen
posiciones enfrentadas con respecto a la oposición de Cataluña.
Por un lado se encuentran los partidarios de
la independencia y por otro los contrarios a esta ruptura de España.
Los partidarios
de la independencia manejan sus números sobre el enorme coste que
tiene pertenecer a España y los grandes beneficios que Cataluña obtendría
si se separa del resto de España. Por su parte, los contrarios a esa
ruptura aportan unas cuentas bien distintas en las que las pérdidas
superarían con mucho a las ganancias. Y ambas partes se acusan mutuamente
de falsear los datos.
Aunque es
evidente que la hipotética ruptura afectaría tanto a Cataluña como al
resto de España, los cálculos concretos sobre el impacto son imposibles
debido a la incertidumbre sobre lo que sucedería si llega a consumarse.
Cómo
obtendría el nuevo gobierno financiación para pagar nóminas, pensiones y
servicios públicos catalanes, qué harían las empresas establecidas en
Cataluña, cuánto le costaría al nuevo país comprar y vender bienes y
servicios en el exterior, con cuánta deuda nacería, qué pasaría con
las infraestructuras públicas radicadas allí... Ésas son algunas de
las cuestiones abiertas que condicionarían el efecto económico real de
la hipotética ruptura y para las que cada una de las partes ofrece respuestas
muy dispares
La Unión
Europea es clave en el alcance que tendría la separación. Mientras los
economistas pro-independencia aseguran que no hay ninguna razón
jurídica ni económica para que no pueda continuar como miembro del club europeo
y que su salida respondería únicamente a motivos políticos, los contrarios
a la secesión recuerdan que, con los Tratados europeos en la mano, sería imposible
que no saliera de la UE.
Aunque en
teoría podría volver en un plazo más o menos breve, parece muy difícil que
se lograse la unanimidad exigida para la admisión de un nuevo miembro, ya que
España y otros países podrían vetarlo.
“Esta
salida y la inevitable incertidumbre sobre la duración de ese plazo [para su
regreso] resulta determinante para que los costes económicos de la
secesión pasen de ser muy elevados a ser desorbitados”,
Aunque
mantuviera el euro como moneda, al estar fuera de la eurozona esa
divisa sería extranjera en Cataluña: sus autoridades no podrían influir en
los tipos de interés ni en los tipos de cambio, lo que encarecería las
exportaciones catalanas y reduciría su competitividad.
Al salir
de la UE, y mientras se aclarase su status, perdería los fondos
estructurales y de inversión, y los bancos con sede en Cataluña
quedarían fuera del mercado interbancario europeo, por lo que el BCE
dejaría de inyectarles liquidez. De hecho, tanto Caixabank como Banco
Sabadell ya han anunciado que trasladarían sus sedes fuera de Cataluña
para seguir dentro del sistema monetario europeo.
Las relaciones económicas más importantes de Cataluña son con
los estados miembros de la Unión Europea por lo que al quedarse fuera de ella,
los clientes de comercios electrónicos que vivan en Cataluña tendrían que pagar
impuestos de aduanas e impuestos especiales sobre la importación por las
compras realizadas. Esto significa que las compras transfronterizas serán más
caras, por lo que serán menos atractivas para los clientes del resto de Europa,
y en caso inverso sucede lo mismo. (aquí)
Además,
“Europa tiene muy claro que no puede sentar el precedente de una
región rica que se separa con el argumento de que paga más de lo que debe y le
sale gratis. Detrás vendría el Véneto italiano, el Flandes belga o la Bavaria
alemana”. (aquí), (aquí), (aquí) y (aquí)
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